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El barro tiene un ritmo especial que me ha enseñado mucho. Cuando empezamos a trabajar con el barro, y dependiendo mucho de los materiales con los que hayamos trabajado con anterioridad, nos damos cuenta de que los ritmos no son siempre lo que esperábamos y nos entra prisa. A esa sensación le llamo «El diablillo del barro» y hoy te cuento cómo me llevo con él.

El diablillo del barro tiene prisa

La prisa

La prisa es uno de los males de nuestra época, desde mi punto de vista. Estamos acostumbrados a lo inmediato, pasamos de una imagen a otra en segundos y nos molesta profundamente tener que esperar. Pero, al fin y al cabo, esperar es una de las cosas que más nos toca hacer en la vida. Sin embargo, resulta tan molesto que para mitigar la mala sensación que produce se inventaron las barras de progreso que nos acompañan en muchas tareas informáticas. A veces me imagino una de esas barritas encima de las piezas que están haciendo mis alumnas, sería genial para poder transmitir todo lo que el barro exige de espera y todo lo que, por otra parte, nos ofrece para aprender a gestionar el tiempo y a cultivar la paciencia.

El ritmo lento del barro

Como te decía, el barro tiene su propio ritmo y es bastante lento. Además, cuanto más tiempo paso con él, más me gusta y más lo aprecio. El barro tiene un ritmo especial que me ha enseñado mucho. Y es que ya poder prestar atención a procesos lentos es casi un lujo. Esa cadencia se me ha contagiado y se me ha metido dentro de la piel. He aprendido a hacer mis piezas y observar sus fases, acomodando mi prisa y mi exigencia a una espera gustosa.

Al principio, quizá por el entusiasmo de la creación, quería empezar y terminar. Con los años, me gusta más estar metida en ese proceso, en ese crear, casi me pasa como con la lectura, que me da pena de que se terminen los libros porque estoy muy a gusto leyendo…

Cuando encuentras ese punto, que no es fácil, una calma te invade y te metes de lleno en el fluir de la experiencia. Y poco a poco, esa lentitud se instala en tu modo de vivir. De hecho, en La Escalera el tiempo pasa tan lento que me recuerda aquellos días de la infancia que, vistos desde la edad adulta parecen no tener fin. La sensación de tener todo el tiempo para ti, aunque la basemos en una ficción porque la vida cotidiana está ahí incordiando con tareas y responsabilidades, listas de cosas que hacer y demás, cuando me sumerjo en el barro lo hago con esa idea en la cabeza: tengo todo el tiempo para mí.

Así empecé a batallar con ese diablillo del barro, con esa impaciencia y ese quererlo todo ahora y ya.

Y, ¿cómo combinar el ritmo lento con la productividad?

Sin prisa pero sin pausa

Los refranes y dichos me gustan casi tanto como a Sancho Panza, y en esta ocasión me viene éste muy bien. Mantener un buen ritmo de trabajo me permite ser productiva dentro de los ritmos lentos en los que me muevo. Vivo en el campo y funciono con la luz del sol, cuando sale me levanto y cuando se oscurece me recojo. No necesito despertador, voy con un modo natural, tengo muy activos mis ritmos circadianos. No me gusta la prisa e intento no usarla, prefiero ir pasito a psito, sin pausa.

Pero ¿Cómo integro en mi vida esas cosas que me enseñan el diablillo y el ritmo del barro?

Un poquito de gestión del tiempo

Quizá sea lo que más cuesta en general, evitar la sensación de que el tiempo se nos escapa de las manos. Yo no soy ninguna gurú de la gestión del tiempo, se han escrito miles de líneas al respecto, pero te cuento lo que a mí me funciona.

Realidad y flexibilidad

Baso la organización de mi rutina en estos dos pilares. Cuando hablo de realidad me refiero a ponerme objetivos realizables en el tiempo que les he asignado. Ya he comprobado lo mal que funciona ponerse grandes metas y no llegar ni de lejos. Es mejor ir aumentando los objetivos a medida que se van cumpliendo que poner uno muy grande y no conseguirlo. Nos quitaremos de ansiedad, frustración y demás preciosidades que suelen acompañar a los artistas en su trabajo.

Con la flexibilidad quiero ser un poco más específica. Significa que si quiero hacer tres tareas por la mañana y recibo una visita, no voy a meterle prisa a la persona para que se vaya y me deje trabajar, al contrario, voy a atenderla y pasaré la tarea menos urgente a otro momento. Esto es un ejemplo sencillo, pero lo pongo porque me refiero a que ser flexible para mí significa evaluar lo que tenía planeado, contrastarlo con la realidad que se me presenta y conjugar ambas de forma que no me haga sentir mal.

Herramientas básicas y uso moderado

Para organizarme tengo varias herramientas:

  • Bullet planer: un cuadernito de puntitos con el sistema del Bullet Journal en el que organizo el día a día como agenda y el medio plazo. El largo lo imagino, pero no lo planifico.
  • Hojas de Excel para tareas concretas mensuales. Para organizar las redes, los cursos, los materiales que creo, los e-mails, eventos y cosas por el estilo uso una sencilla hoja de cálculo que relleno el mes anterior con los elementos básicos y que voy adaptando en base a la realidad y la flexibilidad.
  • Mi cuaderno personal: medio cuaderno de dibujo, diario, lugar de anotaciones…un totum revolutum desastroso para mitigar el orden y liberar la parte creativa. Sin ese lugar al que acudir con mis pensamientos estaría perdida.
  • Las «paginas matutinas»: Son una herramienta que descubrí en el libro El camino del Artista de Julia Cameron, y me van genial. Todas las mañanas, café en mano y gato en regazo, escribo todo lo que me viene y libero mi cabeza de ese torrente. Muy recomendables. Y mi consejo personal, da igual si son matutinas, vespertinas o nocturnas, tú escribe todos los días y acallarás las partes de tu mente que te estorban para empezar a escuchar a las más interesantes.

Ya tenemos al diablillo de nuestra parte

Pues sí, como ves, podemos gestionar las sensaciones de impaciencia y prisa con algunas rutinas que mejoran nuestra gestión del tiempo. La idea de concedernos todo el tiempo del mundo cuando vamos a trabajar nuestra pieza (aunque tengamos dos horas) y planificar nuestros días desde la realidad y la flexibilidad son ejemplos de cosas que a mí me funcionan. No son las únicas y en próximas publicaciones te iré contando más, pero espero que con esta entrada al menos te sirva para coger ideas. Si lidias con la prisa y tienes la sensación de que no llegas a todo, quizá puedas aplicar alguno de estos tips. Si quieres compartir tu experiencia, como siempre, te animo a que dejes tu comentario o que si quieres hablar, me contactes aquí. ¡Hasta pronto!

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