Tanto si eres artista como si no, seguro que has oído hablar muchas veces de los bloqueos artísticos. Creo que no estamos nunca a salvo de ellos y en este post te cuento mi experiencia.
¿Se puede estar siempre creando?
Productividad y bloqueos artísticos
Como artista, mi trabajo se basa en la creación. Sin embargo, decidí hace ya muchos años no basar mi subsistencia en la venta de obra artística y en parte tiene que ver con ese interrogante. ¿Podemos estar siempre creando? Vamos un poco más allá, ¿Y creando cosas con las que nos sintamos a gusto?
Sentir la obligación de crear y además, de crear cosas llamativas, interesantes, con contenido y bien hechas es mucha carga. En mi caso, mi producción es bastante limitada porque sólo hago piezas cuando tengo algo que contar y normalmente la creación es un proceso de maduración de una idea.
Así, cada proyecto artístico surge de una vivencia, de una reflexión o de un conflicto. Eso a lo que llamamos «me salió» no es más que el último paso de un proceso, en ocasiones bastante largo, en el que intentamos entendernos con una realidad y como artistas, necesitamos darle una expresión plástica. El proceso creativo tiene muchas formas, puedes leer sobre el mío en entradas anteriores.
No puedo estar creando todos los días y no me hace falta. Sin embargo, igual que otros compañeros, al estar en redes sociales, si no publicas parece que no haces nada. ¿Te ha pasado a ti algo parecido?
La exigencia de las redes sociales
En esta sociedad rápida y de lo inmediato, es muy importante tener presencia en redes sociales si quieres difundir tu trabajo. Sin embargo, esto se puede volver una exigencia más como el primer interrogante y traerte bloqueos artísticos.
Yo suelo publicar todos los días, pero de vez en cuando, me doy un descanso. Me gusta no pensar en Instagram o Facebook como obligaciones, sino como posibilidades de descubrimiento, conexión e inspiración.
Las redes están llenas de buen contenido y crearlo cuesta esfuerzo y tiempo. Me gusta compartir mis trabajos o las clases que imparto, incluso fotos de los gatos de La Escalera, pero caer en la exigencia de la novedad no me sienta bien.
La presión de compararse
En ocasiones los bloqueos artísticos surgen de otro tipo de presión. No se trata de la demanda externa de las redes, si no de la interna de compararnos con otros artistas.
La comparación es inevitable. Tenemos amigos artistas, conocidos, gente de esas redes a quienes admiramos por su trabajo, nos presentamos a concursos…La lista de posibles comparativas es infinita.
Para mí, la opción más sana es pensar que cada uno está en su camino y el resto en el suyo. Seguirlo y ver cómo nos sentimos en él, mirando hacia nosotros, es una buena brújula.
De todos modos, y aunque suene raro, la envidia también puede ser un aliado. Leí hace tiempo en un libro de Julia Cameron que la envidia nos puede ayudar a trazar un mapa de lo que deseamos. Proponía escribir una tabla con tres columnas: personas que nos dan envidia, por qué nos la dan y acción que podemos emprender para conseguir lo que envidiamos. Si en esas comparativas que nos llevan a bloquearnos somos capaces de ver un objetivo, la envidia será una herramienta para desbloquearnos.
Parar y observar
En ocasiones, el bloqueo puede venir simplemente de que no estamos conectados con nosotros mismos. A mí me sucede que dedico mucho tiempo a dar clases y hacer encargos. Son trabajos que me encantan y que disfruto muchísimo, pero si pienso en eso no pienso en mi obra. Por esa razón me reservo un día a la semana para mí.
En esos días libres no hago demasiado, pero me paro y me observo. ¿Qué me apetece? ¿Qué tengo en la cabeza?
Hacer el pinball para reducir el bloqueo creativo
Esta es una técnica que me he inventado, aunque supongo que no seré la única persona que lo hace. Yo le llamo hacer el pinball por similitud con aquella bolita que propulsábamos de niños y se iba chocando con un montón de cosas antes de caer en el agujero de nuevo.
Lo que me propulsa es mi intención de activarme y consiste en levantarme y hacer lo primero que se me ocurra. Luego voy pasando de una cosa a otra sin cuestionarme nada. Puedo dejar la anterior sin hacer, puedo dejarlo todo por medio, puedo parar cuando me apetezca, puedo seguir cualquier apetencia. Si mientras estoy fregando se me apetece leer una revista, lo hago. Si me acuerdo de una cosa que no encuentro, la busco. Si pasa un gato y quiero jugar, juego. No sé bien qué entiende mi cerebro, pero esa libertad de ir y venir, de hacer y deshacer le sienta bien.
Normalmente esos días me resultan muy productivos y suelo encontrar inspiración. Te propongo que lo pruebes y me cuentes qué tal te ha ido.
Como siempre, puedes dejar tu comentario o hacer cualquier consulta por aquí. ¡Gracias por leer mi blog!