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La cerámica prehistórica es una de mis preferidas y el vaso oculado de Los Millares una de las réplicas arqueológicas con las que más disfruto al hacerla. El primer encargo de este año ha sido precisamente esta pieza y me apetece mucho contarte cómo la elaboro.

¿En qué consisten las réplicas arqueológicas?

Para los amantes de la arqueología uno de los mayores deseos es tener piezas originales, sin embargo, las limitaciones legales y el elevadísimo coste de las piezas de anticuario lo convierte en algo inalcanzable para la gran mayoría de nosotros. De todos modos, si somos coleccionistas siempre tenemos la posibilidad de comprar, o encargar, réplicas de nuestras piezas arqueológicas preferidas. Este ha sido el caso que te voy a contar hoy.

Las réplicas son piezas en las que no hay lugar para la imaginación, ya que intentamos reproducir fielmente tanto las dimensiones como las decoraciones y acabados del original. Hay varios niveles de exactitud según los gustos del cliente, pues hay quienes buscan un trabajo fidedigno incluso en los aspectos tecnológicos.

Cuando el encargo es copia exacta, requiere un trabajo de documentación previa exhaustivo. Si es una pieza que no conozco, recabo toda la documentación fotográfica posible, fichas técnicas del museo o entidad que la custodia y, siempre que sea posible, intento ir a verla. En estos casos es muy importante calcular las medidas teniendo en cuenta el porcentaje de merma del barro que vayamos a emplear y realizar estudios de materiales.

Respecto a la producción, para hacer una réplica exacta realizaremos varias pruebas con diferentes arcillas para utilizar la que más se asemeje. Respecto al tipo de cocción, yo trabajo con horno eléctrico pero le doy una postcocción en hoguera si se trata de piezas cocidas en horno de leña, para captar el efecto del humo. Esos detalles marcan la diferencia y le dan autenticidad.

Si la réplica no es tan exacta, busco la tecnología que mejor se adapte para conseguir el acabado. Ajusto los materiales y la temperatura de las cocciones para que, aún siendo de materiales diferentes al original, el aspecto sea el idóneo.

Esto es especialmente importante cuando realizo réplicas en cerámica de piezas originales cuyo material es distinto como la piedra, la madera o el metal. En estos casos, investigo con cubiertas que consigan imitar estas materias primas.

El vaso oculado de Los Millares

Un poco de historia

Este peculiar cuenco fue encontrado en el yacimiento arqueológico de Los Millares, localizado en Santa Fe de Mondújar (Almería). El hallazgo se produjo durante la excavación de una tumba, en el marco de las labores dirigidas por Luis Siret a finales del siglo XIX.

Se trataba de un vaso pequeño pero de factura muy cuidada, realizado a mano y decorado con incisiones rellenas de arcilla blanca. El cuenco no apareció solo, si no que formaba parte del ajuar funerario de la tumba 15 de la necrópolis de dicho poblado. Por la relevancia de los restos, el yacimiento se convirtió pronto en referente de la Edad del Cobre de la Península Ibérica. La necrópolis se compone de ochenta tumbas colectivas de carácter megalítico, es decir construidas con grandes bloques de piedra. En este contexto tenemos que entender nuestra pieza: era un objeto muy especial que fue depositado como ofrenda para el difunto allí enterrado.

Este vaso llama la atención especialmente por la decoración. Vamos a verla a continuación.

El vaso oculado de Los Millares

Como comentaba anteriormente, el vaso que he replicado es una pieza pequeña, cuyas dimensiones son 7, 8 cm de altura y 11,2 cm de diámetro y 0,4 cm de grosor de pared. Es bajito y de forma hemisférica, y en la parte inferior tiene cuatro pequeños apéndices o protuberancias.

La decoración se concentra en el exterior de la pieza y es muy llamativa. En dos puntos opuestos se localizan los motivos llamados soliformes u ojos soles. A ambos lados de estos motivos principales se desarrollan tres columnas de ondulaciones peinadas y diferentes figuras esquemáticas que representan ciervos. Junto a los cérvidos se disponen rectángulos con bandas horizontales en un caso, verticales en el otro.

La técnica decorativa es la incisión, es decir, se emplea un objeto punzante para contornear las figuras cuando el barro está aún sin cocer pero con la suficiente consistencia para que no se deforme al recibir la presión.

Cuenco de Los Millares. Fuente: Museo Arqueológico Nacional

Mi réplica

La pieza que he realizado en esta ocasión no era una réplica exacta en cuanto a fidelidad tecnológica, ya que no era una exigencia y eso me ha permitido experimentar acabados con nuevos materiales.

Como se ve en las imágenes, trabajé con una pasta cerámica de gres blanco y la cubrí con una arcilla negra. Una vez seco (tuve que acelerar el proceso como se ve en la segunda foto…y siempre que enciendo la estufa viene Ginger corriendo…), apliqué varias capas de arcilla negra de baja temperatura y esgrafié la decoración. Una vez cocidos el acabado es muy cercano al aspecto original, ya que quedan suaves y con un sutil brillo, pero mostrando las imperfecciones causadas por el paso de los milenios…

Ha sido la segunda vez que hago una serie corta (cuatro vasos en este caso, dos en el primero) de esta pieza tan especial. Esta vez estoy más contenta con el resultado, se nota cada año que paso dedicada a este oficio y eso me anima a seguir.

Para despedirme, quiero dejaros el enlace al apartado de réplicas de mi web, en el que muestro trabajos realizados. Si te gusta alguna, no dudes en ponerte en contacto conmigo para encargarla. Muchas gracias por leerme y dejar tus comentarios.

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