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La meditación es una disciplina que nos ayuda a conectar con nosotros mismos y se puede practicar de muchas formas. Existen numerosos libros que describen las diferentes técnicas para que puedas elegir la que más vaya con tu forma de ser. Hay modalidades más estáticas, en la que buscamos una posición cómoda, nos sentamos y nos concentramos en nuestro mirar hacia dentro. También hay otras que se relacionan con el movimiento, como la meditación caminando o la que se realiza con los alimentos al comer. En su libro La Isla, Aldous Huxley relataba una escena en la que la familia se detenía en el primer bocado de la comida masticando cuidadosamente, sintiendo todos los sabores y texturas que el alimento les ofrecía; masticaban una y otra vez, lentamente, hasta que diluían esa comida que un minuto después estaría en su interior y formaría parte de su organismo. Ese tipo de meditación se parece a lo que propongo yo para hacer con el barro.

¿Se puede meditar con barro?

Meditar con barro es, para mí que soy ceramista, una de las mejores formas de trabajo personal. La arcilla es un material cuyo tacto suele resultar agradable a la inmensa mayoría de las personas. Es suave, blando y tiene la maravillosa capacidad de adaptarse a la forma que le vamos dando.

Es además un material natural y ancestral, ya que llevamos miles de años relacionándonos con él. La sensación de tener barro en las manos es muy antigua y muchas personas, una vez que lo prueban, parecen reconocer esa conexión con la tierra.

Barro en las manos.

¿Cómo puedo hacer este tipo de meditación?

Si practicas normalmente la meditación te resultará muy sencillo, ya que estarás familiarizada con las claves fundamentales. Lo único que necesitarás es conseguir un poco de arcilla y modelar una bola. Con ella trabajarás los pasos que comentaré más adelante.

Si no te has acercado al mundo de la meditación pero te apetece iniciarte, la arcilla se convierte en un aliado para focalizar la atención, que quizá sea lo que más trabajo cuesta cuando se empieza.

Elementos a tener en cuenta en una práctica de meditación

Hay varios elementos que se van trabajando en la meditación, pero vamos a comentar los fundamentales. Uno es la respiración y otro es la atención.

Tu momento de conexión

Para iniciar una meditación primero debes atender a los sentidos y elegir un espacio que consideres adecuado. Con el tiempo conseguirás meditar hasta en el metro si te lo propones, pero para empezar puedes elegir aquel rincón de tu casa o de tu jardín en el que te sientas cómoda y tranquila. Debe ser un sitio bien ventilado y la intensidad de la luz es a tu gusto. A mí hay veces que me apetece oscuridad y otros sentarme en una piedra a pleno sol. El sonido también influye, puedes optar por el silencio o por una música propicia. En Youtube encontrarás muchas opciones, te dejo una selección en el enlace. El olfato también se estimula en una meditación mediante el uso de incienso o esencias de aromaterapia, igualmente, al gusto.

Mis meditaciones son bastante austeras, me siento en silencio y cojo o una piedra o una bola de arcilla. Te cuento cómo la uso.

La meditación con barro.

Una vez que estás en posición, con los ojos cerrados y has iniciado las respiraciones, tomando conciencia del aire que rítmicamente entra y sale de tu cuerpo, puedes pasar la atención a la bola de barro. Sostenla en tus manos notando su corporeidad, su peso y sus características. Entonces comienza a girarla de forma que tu movimiento se acompase con la respiración. Puedes presionarla, acariciarla, o simplemente sostenerla. Deja que pasen unos minutos en esta fase.

A continuación, realiza una serie de inspiraciones profundas y vuelve a la respiración pausada. Ahora desplaza la atención de la bola de barro a tu interior. La bola de barro está en ti ahora. Respira tranquilamente e intenta sentir ese espacio interior. Hacia ahí es hacia donde miramos cuando meditamos. Poco a poco, con práctica, cada vez lo sentiremos más y será más fácil entrar.

No necesitas más de diez minutos para realizar esta meditación, pero si quieres puedes alargarla todo el tiempo que necesites.

Una vez te encuentres en ese espacio interior con tu bola de barro, presta atención a la bola de nuevo. Siente el calor de tus manos y la forma nueva que ha adquirido. Abre los ojos y mírala. Respira profundamente y ya has terminado tu meditación.

¿Cómo te ayuda a fluir?

Meditación y experiencias de flujo

Recientemente he leído un libro de Mihaly Csikszentmihalyi titulado Fluir, una psicología de la felicidad que me ha dado varias claves interesantes. Os recomiendo leer el libro, pero para empezar, quizá os apetezca más ver este vídeo en el que cuenta sus conclusiones.

Traigo este tema a mi texto principalmente porque la meditación es una de esas actividades que producen experiencias de flujo y sí, ¡trabajar el barro es otra! Tenemos pues una combinación perfecta para desarrollar una de las cosas que hacen, según el autor, que la vida merezca la pena ser vivida. No es poco…¿verdad?

Basado en numerosos estudios con personas de todo el mundo, este libro cuenta que hay una forma de estar, ese fluir, que es universal y que todos definen de un modo extraordinariamente parecido: «el tiempo vuela», «doy todo de mí», «no existe nada más», «mi atención está completamente puesta ello», «me olvido de mí», «me siento completamente satisfecha».

¿Te suena de algo? ¿Has experimentado esa sensación alguna vez? Es muy posible que sí, ya que además, las experiencias de flujo que relata la gente no son cosas extrañas: les pasa cuando dibujan, modelan, escalan, montan en bicicleta, leen, pero sólo cuando lo hacen totalmente entregados a ello.

Mi experiencia

Mi propia experiencia enlaza perfectamente con todas esas afirmaciones. Cuando me meto en el taller y comienzo a prepararme para abordar una pieza, me gusta empezar por la pequeña meditación con la bola de barro. Voy integrando el material, mi mente y mi cuerpo. Me lanzo a trabajarlo y a los pocos minutos ya estoy sumergida en esa corriente de flujo. Es una sensación genial de unidad, de conexión y de unión. El barro y yo nos relacionamos y sale la pieza. Me siento completamente feliz.

Si quieres aprender más sobre estas técnicas, te animo a escribirme y quizá podamos organizar una experiencia para ti. ¡Hasta pronto!

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